Como el que desata su instinto animal y vive una experiencia épica. Como el que se va de campamento al bosque para rencontrarse con la poderosa naturaleza. Como el que suelta sus miedos y resistencias en una especie de ritual bajo la lluvia y la tierra. Como el que arranca un camino de iniciación para descubrirse entre ríos, lagos y montañas. Como el protagonista de una aventura que debe atravesar pantanos en la selva. Como el que hace lo que sea por eso que tanto le apasiona. Como el que ama la música no por su forma sino por su esencia. Como el que decide disfrutar el momento cuando sabe que es inevitable la tormenta.
El pasado 11 y 12 de octubre se llevó a cabo la quinta edición del Festival Corona Capital en el Deportivo de la Magdalena Mixhuca, al oriente de la Ciudad de México. Esos mismos días, un par de frentes fríos que bajaban desde el Golfo y el Pacífico chocaron en el Valle de México y causaron un clima hostil, frío, de mucha lluvia, fuertes vientos y tormentas eléctricas. Ante la situación, había dos formas de vivir el Corona. O quejarse, enojarse y pelear contra el agua, el fango, los charcos y las condiciones extremas. O disfrutar la odisea, divertirse, dejarse llevar y hasta valorar muchas cosas que damos por hechas. Yo tomé el segundo camino.
El sábado llegué al festival para ver a uno de mis grupos favoritos de todos los tiempos: Weezer. Una emblemática banda californiana que en los noventas puso a los “nerds” de moda y que lleva más de 20 años en la escena del rock alternativo con un tono sarcástico y divertido. No importaba la lluvia, era el regreso de Weezer a México después de 9 años de ausencia. Con Cuomo Rivers a la cabeza, se escuchó “My name is Jonas”, “Hashpipe”, “Say it aint’ so”, “Island in the sun”, “Buddy Holly”, “Beverly Hills” y “Undone- The Sweater Song”. Incluso se escuchó a Rivers decir “Quiero que vayamos a un lugar fantástico ustedes y nosotros. Un lugar donde nos vamos a sentir muy chingón. Vámonos todos juntos a una isla en el sol”.
Weezer | OCESA Sergio Bautista
La noche pintaba muy bien, la lluvia no era exagerada y aún faltaba Massive Attack, MGMT y Jack White en el line up del día. Pero de una manera muy guajira, todo estaba por cambiar.
Massive Attack comenzó con la misma fuerza del día anterior en el Plaza Condesa: poderosa mezcla de electrónica, soul, jazz, rap, dub y rock. Ahí estaban “Daddy G” y Robert Del Naja, los creadores del movimiento de Bristol y del “Trip-hop”. Y aunque la lluvia se fue convirtiendo en torrencial, el público seguía encendido no sólo por su música sino también por la fuerte crítica política y social de su presentación. Así sonó “Karmacoma”, “Battlebox”, “United Snakes”, “Ringson” y la fantástica “Paradise Circus”. Pero entre más crecía la energía entre el escenario y el público, los rayos también aumentaban y cada vez caían más cerca. Ahí fue cuando la noche comenzó a tomar tintes de leyenda.
Massive Attack | OCESA Sergio Bautista
De repente la música paró y Massive salió corriendo del escenario. Al mismo tiempo, el sonido local anunció que las autoridades habían suspendido parcialmente el festival y pedían que la gente se alejara de los árboles y cualquier estructura metálica. Ahí comenzó una fantasía alterna de novela.
Me volví en un Indiana Jones que buscaba salvar a sus amigos y a la princesa. Nos resguardarnos de los truenos en un iglú y cuando la lluvia dio tregua cruzamos un bosque de fango y arenas movedizas. Fuimos río abajo hasta llegar a un islote donde vendían las mejores hamburguesas. Después caminamos una hora en el pantano buscando tierra firme y sin querer llegamos al escenario principal donde ya estaba Jack White y su majestuosa forma de tocar la guitarra eléctrica.
Valió la pena la travesía guerrera. Y es que el menor de los diez hermanos White deleitó a todos los que nos quedamos con un concierto lleno de rock, blues y dinamita. Uno de los mejores guitarristas de la actualidad desquitaba el mal trago de la lluvia con “Lazaretto”, “Hotel Yorba”, “Cannon”, “Little Room”, “Top Yourself”, “Fell in love with a girl” y “Seven Nation Army”. El rock daba revancha con una espectacular tocada que se quedará guardada para siempre. Y cuando parecía que por fin nos iríamos a casa, salió a tocar MGMT para cerrar la noche con su música experimental y psicodélica. El telón de un largo día caía con “Electric Feel”, “Kids” y “Time to Pretend”.
A la mañana siguiente muchos seguíamos sin creer lo que habíamos vivido, pero todos llegamos al Corona con botas de guerra y abrigos extra. Y así llegó el momento del genio Damon Albarn, que a sus 46 años ya puede contar la historia de Blur y Gorillaz, entre muchas otras. Tocó temas de su nuevo disco “Everyday Robots” pero también emblemas como “Tomorrow Comes Today”, “Slow Country” y “Clint Eastwood”, maravillando a más de 70 mil almas en uno de los instantes más significativos del festival.
Pero faltaba lo mejor. Del otro lado del deportivo, Beck estaba listo para tocar por primera vez en México después de 20 años de carrera. Y el californiano la rompió. Durante dos horas ofreció un concierto de antología lleno de rock, folk, funk, country y soul. Brillante miscelánea. Así llegó “Devil’s Haircut”, “Black Tambourine”, “Qué Onda Güero”, “Loser”, “Sex Laws”, “Where It’s At”, “Soul of a Man” y hasta “Billie Jean” de Michael Jackson. El maestro jugaba con su música y nos hacía volar a otros tiempos. Un auténtico viaje sideral y una noche llena de recuerdos.
Beck | OCESA Lulú Urdapilleta
Para cerrar se presentó Kings of Leon en el escenario principal ante 85 mil espectadores. Por momentos, muchos se olvidaron del lodo para disfrutar del rock sureño de esta banda de Tennessee. Los tres hermanos Followill arrebataron los cánticos con “Super Soaker”, “Crawl”, Black Thumbnail”, “Use Somebody” y “Sex On Fire”.
Ya en horas de lunes por la madrugada, la sueca Lykke Li completó el cartel de un Corona Capital que nunca se nos olvidará y en el que también tocó Gus Gus, Little Dragon, St. Vincent, Kasabian, Belle and Sebastian, Foster The People, Metronomy y The Cooks, entre otras propuestas. En sus dos jornadas, hubo 170 mil asistentes con poco más de 20 horas de música en vivo de todos lados del mundo.
Little Dragon | OCESA Raúl Kigra
Deafheaven | OCESA Raúl Kigra
Es por eso que al final vuelvo al punto del principio. Claro que podías enojarte contra todas las condiciones externas que hicieron del Corona Capital 2014 un festival poco común e inaudito. Claro. Pero también podías hacer un ejercicio de soltarte a cada paso en una especie de reto contra el ego, los espejos y las resistencias. Podías confrontarte e intentar abrir nuevos caminos. Porque mucho de eso va la música, el sendero del guerrero en la búsqueda y la transformación de uno mismo.
Texto : Alonso Monroy | Camino Ligero » Facebook » Twitter
Fotos : OCESA | Corona Capital
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